No pongo sinopsis, no pongo trailer. Porque con esta película se preparó de forma muy lamentable su –escaso –marketing y en ambos casos la información proporcionada es un vil spoiler que no me rebajaré a compartir.
El argumento de Infernal es, básicamente, una casa embrujada unida a la historia de un crimen sin resolver. Hasta aquí, historia trillada en mil películas de terror. Pero lo novedoso es el punto de vista que tiene la película, centrándose en el “otro lado” como el atrapado y en “este lado” como el que no se entera de lo que ocurre.
Lamentablemente, esta película es de hace dos años –sí, y no es novedad –y podría haber sido perfectamente a fines del 2013 o a principios del 2014. Pero bueno, ese es tema aparte sin solución en el corto plazo.
Infernal se deja ver rápidamente, con un presupuesto bajo que se nota en los efectos por CGI pobres –que menos mal son pocos –, los efectos de cámara que parecen de videoclip o de mockumentary (falso documental, a lo Blair Witch Project) y el uso limitado de locaciones, que en este caso es casi siempre el interior de una casa.
Pero por lo mismo, su director Vincenzo Natali, genio tras la inteligentísima El Cubo (1997), supo aprovechar al máximo lo que tenía a mano y nos brinda un producto conciso, con una historia perspicaz, algo enredada a veces, pero que se logra seguir y que atrapa.
Infernal entretiene, es rara en su novedad, y sirve como película veraniega. El problema principal radica en su desenlace, que le resta fuerza e intensidad a la suma final, dejándola con una nota sólo de aceptable a buena. Pero cumple, y cumpliría más si hubiese tenido más plata. Y perdonen lo críptico de la reseña, pero es de esas películas que cualquier detalle que se escape puede matar la sorpresa.
Director: Vincenzo Natali |
Que maravilloso que no hagas spoiler, bendito abel