No les contaré el desarrollo ni cómo termina. Sólo daré mis impresiones generales de esta serie –por ahora de solo una corta primera temporada –debido a la confirmación reciente de los mandamases de Netflix para dar luz verde a la preparación de la segunda tanda de episodios.
“Stranger Things” es una serie original de la plataforma de streaming mencionada, obra de los gemelos Matt y Ross Duffer, de “tiernos” 32 años. Una serie que si no has escuchado de ella es porque no tienes internet o lo usas solo para Pokemon Go.
Como todo gran hito mediático, ha tenido fervientes seguidores y detractores, y yo mismo al comenzar a verla iba más bien reticente de ganas. Pero si le hacía mil homenajes a Stephen King, terminó por convencerme de verla. Y que sea éxito luego de ser rechazada por más de 15 canales gringos.
Tal vez lo malo sea justamente lo bueno de la serie, que radica en sus constantes alegorías de los años 80 (la serie está ambientada en 1983, año de nacimiento de sus creadores). Esto puede abrumar a quienes quieran un desarrollo más “limpio” y un desarrollo de personajes más profundo.
Pero “Stranger Things” tiene profundidad –es cierto, con más de un cliché dramático –y el desarrollo es rápido, ya que todo pasa en tan solo ocho episodios. Y está todo bien medido. Salvo los homenajes que son hartos, contando entre los más a obras de Stephen King, Steven Spielberg, John Carpenter y George Lucas.
El elenco protagónico se luce, no derrochando histrionismo, si no siendo muy naturales, sobre todo los niños que no vivieron nada de la escena histórica que se muestra en la serie.
Winona Ryder y Matthew Modine sobresalen en sus actuaciones, en polos opuestos de tragedia y mesura excelentemente retratadas. Y una nota al mérito para David Harbour también.
Les recomiendo unos dos o tres episodios de “Stranger Things” para ver si se enganchan o no. Yo me interesé recién al tercero y disfruté casi todo su desarrollo, siendo que si bien nací en los 80 recuerdo muchas más cosas de los 90. Si tienes menos de treinta y te gusta, es un logro extra de los hermanos Duffer.