[Review de libro] La buena suerte: la alegría es un hábito

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SINOPSIS: ¿Qué impulsa a un hombre a bajarse anticipadamente de un tren y ocultarse en un pueblo de mala muerte? ¿Quiere recomenzar su vida o pretende acabar con ella? Tal vez esté huyendo de alguien, o de algo, o incluso de sí mismo, y el destino lo ha traído a Pozonegro, un antiguo centro hullero que ahora agoniza. Por delante de su casa pasan trenes que pueden ser salvación o condena, mientras los perseguidores estrechan el cerco. La perdición parece estar más próxima cada día.

Un mecanismo de intriga hipnotizante devela poco a poco el misterio de ese hombre, y al hacerlo nos muestra el interior de lo que somos, una radiografía de los anhelos humanos: el miedo y la serenidad, la culpa y la redención, el odio y el deseo.[/box]

Rosa Montero es una de las voces hispanohablantes más importantes de nuestro tiempo, no solo por la versatilidad de sus libros, sino que por la capacidad para entender los sentimientos y emociones humanos y plasmarlos de una forma tan visceral que es imposible no empatizar con ellos. Y así llega a Chile su nueva novela llamada: La buena suerte.

Pablo va viajando en un tren y decide bajar de la nada, compra un apartamento viejo que estaba en venta en un pueblo pequeño y aislado. No le dice a nadie dónde está y tampoco las personas del pueblo saben qué hace ahí. Sin embargo, es imposible huir del pasado y este, eventualmente, termina alcanzándolo.

La buena suerte es una novela llena de felicidad, en todos los aspectos, incluso la ausencia de esta. La felicidad como algo que puedes perseguir con todas tus fuerzas, a lo que te tienes que aferrar; o como algo que nunca conociste realmente, algo que te asusta porque no crees merecerlo. Y eso es lo que buscan sus personajes, incluso aquellos odiosos; la alegría. La posibilidad de llenar el vacío dentro nuestro. Cada uno lo hace a su manera y cómo es capaz, algunos sin hacer daño y pensando en los demás y otros poco importándoles las personas a su alrededor.

A veces a Pablo le parece que la felicidad es sencilla y desnuda, y tan fácil que le entran ganas de llorar.

Uno de los muchos talentos de la pluma de Rosa es su capacidad de perfilar a los personajes sin la necesidad de describirlos. Solo con los capítulos narrados por Raluca o por Benito, por la forma en que estos ven el mundo, la manera en que hablan o, incluso, el cómo hilan sus pensamientos es como los conocemos realmente. No tiene que decirnos cómo son, porque los entendemos mientras leemos desde sus ojos. Lo mismo con Pablo, cuyos capítulos están en tercera persona a diferencia de los otros que estaban en primera. Es fácil entender la mente obsesiva de este, sus traumas y los temas recurrentes en su forma de pensar, incluso la forma en que evitaba ciertas conversaciones. 

Lo anterior se puede ver en la diferencia de cuando Pablo describe a Raluca por primera vez y el rechazo que esta produce, versus cuando vemos la misma escena desde los ojos de ella. La percepción del personaje cambia completamente, porque entendemos su forma de ser y el cómo ve el mundo. De hecho, Raluca es el mejor personaje del libro porque es la inocencia de alguien que el mundo ha intentado corromper y desmoralizar, pero sigue buscando ese amor que le de la felicidad con la que solo ha soñado hasta el momento.

Y yo que me creí que esta vez sí. Que esta vez podría funcionar. Abrazarme a su espalda por la noche y saber que no estaré sola nunca más. Querer y que te quieran, esa cosa tan bonita y tan sencilla que otras personas consiguen, pero yo no.

El libro toca distintos temas y algunos tienden a ser recurrentes en las novelas de la autora, como el amor o la paternidad/maternidad. Como siempre Rosa nos habla del amor real, del que a veces no es suficiente, del que sale mal a pesar de que existe, del amor que se acaba y del amor que nos deja solos. Es completamente visceral al describirlo y entiende que no existe una sola versión sino que distintas aristas para cada persona. Lo mismo con la paternidad, en este caso, el tema de Pablo con su hijo y el misterio de qué fue lo que le sucedió. No hay idealizaciones en su relato, solo la crudeza de la vida real, de la que duele, pero también de la que nos da alegría. 

Qué pena no haber sido capaz de decirle te quiero con el mismo apasionamiento con el que le llevaba la contraria.

Por eso cuando toca temas como la violencia doméstica logra hacerlo de una manera tan maravillosa, porque no nos alecciona sobre qué es lo correcto hacer, ni cómo superarla, solo nos dice que existe y que hay distintas maneras de lidiar con ella y distintas consecuencias. Es difícil juzgar a Pablo por más errores que haya cometido, porque entendemos lo que es dudar, lo que es tener miedo y creer que podríamos empeorarlo todo. Además, estamos en un mundo que llama al individualismo y a la idea de que solo debemos velar por nosotros mismos.

Los monstruos se ocultan en el lóbrego vientre del silencio doméstico.

Al final, La buena suerte es una historia que te deja con la sensación de que la felicidad está ahí, junto con lo bello de la vida, pero también lo feo, sucio y desordenado. Que, a pesar del tiempo, la edad y nuestro pasado, es algo a lo que podemos aspirar si nos atrevemos a estirar la mano.

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Rosa Montero (España, 1951)-. Desde finales de 1976 trabaja de manera exclusiva para el diario El País, en el que fue redactora jefa del suplemento dominical durante 1980-1981. En 1978 ganó el Premio Mundo de Entrevistas, en 1980 el Premio Nacional de Periodismo para reportajes y artículos literarios, en 2005 el Premio de la Asociación de la Prensa de Madrid a toda una vida profesional y en 2017 el Premio Nacional de las Letras. Su obra está traducida a más de veinte idiomas, es doctora honoris causa por la Universidad de Puerto Rico y Premio Internacional Columnistas del Mundo 2014.

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