[Review de cine] El color púrpura: una cinta sobre mujeres que unidas sobrellevan distintas formas de violencia racial y de género

Ayer, 8 de febrero, se estrenó en cines “El color púrpura“, gracias a Warner Bros. Pictures Chile. La nueva versión de esta historia (que ya es un clásico) está basada tanto en la novela de Alice Walker como en la obra de teatro musical adaptada por Marsha Norman. La cinta está dirigida por Blitz Bazawule y producida por Oprah Winfrey, Steven Spielberg, Scott Sanders y Quincy Jones. 

La historia está ambientada en un pueblo ubicado en la costa de Georgia, específicamente en la parte de este lugar en el que solo viven personas afroamericanas. Esta segregación refleja el racismo presente en la época y a pesar de que hay una escena en concreto que evidencia de manera aún más clara dicha problemática, no es el foco de la película. 

En cambio, la cinta se enfoca en demostrar cómo los personajes femeninos además de sufrir discriminación por su color de piel, tienen que pasar por distintas situaciones de violencia solo por el hecho de ser también mujeres, es decir, a causa del machismo y la predominancia del patriarcado. 

En cuanto a los personajes, la protagonista Celie, interpretada por Fantasia Barrino, es una mujer afroamericana resiliente que desde pequeña se ve obligada a atravesar por distintas situaciones de abuso, tanto sexual y físico como psicológico, en manos de hombres, hasta que conoce a Sofía y Sug Avery, interpretadas por Danielle Brooks y Taraji P. Henson, respectivamente, dos mujeres negras que la ayudan a conseguir su propia emancipación. En este sentido, esta es una historia de sororidad.

La mención de Dios es algo presente durante toda la película, ya sea mediante los diálogos de los personajes como en las canciones. De hecho, uno de los primeros números musicales es en torno a una canción titulada “Mysterious Ways”, que habla sobre cómo los planes de Dios son difíciles de entender desde la perspectiva humana. Además, varias de las escenas transcurren en la iglesia del pueblo. Esto se puede ver como parte del retrato que la cinta intenta hacer sobre la cultura de las comunidades afroamericanas. 

No se puede obviar el hecho de que ya existe una adaptación cinematográfica de esta historia, la cual está dirigida por el gran Steven Spielberg. A pesar de esto, el elemento musical que se le agrega a esta versión permite explorar más la experiencia subjetiva de la protagonista y su vida interior, recurriendo a escenarios que ocurren solo en su imaginación. Además, se desarrollan ciertos elementos que quedaron fuera de la versión de Spielberg. Sin embargo, lo negativo sobre los números musicales es que le quitan demasiado tiempo a la duración total de la cinta, por lo que la historia tiene que avanzar rápido para abordar todos sus elementos. 

La nueva adaptación de esta historia toma la seriedad con la que son narrados los hechos en la novela de Alice Walker y los combina con lo llamativa que es la obra de teatro musical en cuanto a su diseño de producción y los montajes musicales. Sin embargo, esto puede ser un arma de doble filo, pues  el elemento musical puede ser visto como una forma, para bien o mal, de quitarle seriedad al resto de la historia.

En resumen, El color púrpura es una historia de sororidad que combina la seriedad de la novela de Alice Walker y lo llamativa que es la obra de teatro musical en cuanto a su diseño de producción y los montajes musicales. Una cinta en la que sus personajes femeninos además de sufrir discriminación por su color de piel, tienen que pasar por distintas situaciones de violencia solo por el hecho de ser también mujeres.