Muchos habrán escuchado sobre la película. Y tantos otros tantos la han visto. Pero aquella –para muchos obra maestra, para muchos otros inentendible –cinta de Kubrick de finales de los años 60 se realizó en conjunto con su creador “original”, el escritor británico Arthur C. Clarke.
Ahora, centrados en la novela “2001: Una odisea espacial”, encontramos todas las respuestas que puede haberles dejado la película. Recomendando, antes que cualquier otra cosa, leer antes el libro. Si no –como en mi caso –tampoco es grave, sólo que pueden quedar algo confundidos con el estilo críptico de Kubrick al contar –u omitir –detalles de la historia.
Donde el director esconde argumentos y muestra solo hechos, Clarke profundiza, explica y se explaya, a veces en demasía. Y el resultado es un complemento perfecto entre una capacidad de narración avanzada y un deleite visual único.
La película “2001” es detallista en la sensación, en el primer plano, en los silencios que se repiten a través de su largo desarrollo. Y nutren a la historia de una omnipresente visión de “más allá” no relacionado a creencias si no más cercano a lo que aún está por explorar, a lo que conocemos por primera vez.
En la novela, Clarke nos muestra “con peras y manzanas” cómo avanza la humanidad en tres millones de años y nos menciona los argumentos de las grandes interrogantes de la película que quedan poco claras o sin respuesta: ¿Qué y de quién son realmente los monolitos? ¿Qué le pasa a HAL? Y la aclaración sobre todo el desenlace de la historia.
Así, si aún no ven la película, los invito a visitar la novela, que en cualquier edición no pasa las 300 páginas y así disfrutar con “relajo” la película. Y si ya la vieron, igualmente disfrutarán la obra de Clarke al iluminar lo que nos mostró Kubrick.