Ante un niño nacido del demonio se establece una fortificación maligna y un destino ya escrito.
Siglo V d.C. El Imperio romano se desmorona. En la provincia de Britania quedan los últimos servidores de Roma; los celtas rivalizan entre sí, y los sajones sueñan con establecerse en estas tierras. Pronto los romanos empezarán a retirarse y las diferentes tribus se disputarán los despojos en guerras fraticidas. Y en medio, Myrddion, un joven de la tribu de los deceanglios, con un talento natural para sanar y un don innato para la profecía, presiente que ante él se abre un gran destino.
Una tempestad y un naufragio arrojan a un hombre a la costa junto a Segontium, en la provincia romana de Britania. Lo encuentra y lo rescata la nieta del rey de la tribu de los deceanglios. El misterioso romano la engañará, la violará y se marchará dejándole un anillo y algo más.
Nueve meses después nace un niño que su madre, enloquecida, rechaza. Es un bastardo, la semilla del diablo; así empieza a surgir la primera leyenda de Myrddion Merlinus. Lo criará su abuela, que reconoce en él el don para la profecía que corre por las venas de su familia. Myrddion recibe una educación esmerada y, a los nueve años, entra de aprendiz con la curandera del pueblo, una mujer sabia que, cuando percibe su talento natural como sanador, empieza a enseñar a este chico los secretos de su oficio.
Mientras, el caudillo de los celtas, Vortigern, reconstruye la antigua fortaleza de Dinas Emrys. Sus adivinos le han augurado que, para que las torres sean firmes y perduren en el tiempo, tiene que regar los cimientos con la sangre de la semilla del diablo.
Autor: M. K. Hume
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