SINOPSIS: En la década de 1950, Myrtle “Tilly” Dunnage, una experta modista entrenada por Madeleine Vionnet en París, regresa a su ciudad natal, una ciudad australiana llamada Dungatar, para cuidar de su madre enferma, Molly, de la cual fue separada a la edad de diez años, debido a acusaciones de asesinato.
“El poder de la moda” es una cinta, como mínimo, refrescante. Ambientada en un mundo hace muchas décadas atrás, pero refrescante. Y si su título les hace pensar que es una película de poco contenido, no pueden estar más equivocados.
La forma en que el guión está hecho (coescrito por la misma directora Jocelyn Moorhouse), mezclando hábilmente comedia negra, drama y misterio, nos puede rememorar a la rúbrica que imprimen en sus trabajos los hermanos Coen, pero sigue siendo una obra propia.
Bajo la premisa de “pueblo chico, infierno grande” sus personajes danzan entre sufrimiento y colores, entre dulce y agraz, dejándonos disfrutar de una excelente película.
Las actuaciones son espléndidas, incluyendo a una gran Kate Winslet, sin puntos bajos, a pesar de lo extraño del casting al haber elegido algunos actores de edades tan disimiles para interpretar a personajes que debieran haber sido muy coetáneos.
En “El poder de la moda” se logra plasmar una idea simple, desarrollada de adelante hacia atrás, y darle todo el peso posible con tintes humorísticos y serios, sin llegar a ser cargante en ningún momento, a pesar de durar casi dos horas.