SINOPSIS: Tiempo atrás, un asesinato dejó dos niños huérfanos. Las autoridades culparon al hermano, mientras que la hermana creció creyendo que el verdadero culpable fue un antiguo espejo maldito. Ahora, completamente rehabilitado y con veinte años, el hermano está listo para empezar de nuevo, pero la hermana está decidida a demostrar que fue el espejo lo que destrozó a su familia.
Oculus por fin llegó a las salas nacionales y lo hace de la mano de Mike Flanagan, su joven director –36 años –en la que es su segundo largometraje, luego de Absentia (2011), que lleva su misma firma, aunque un poco menos redondeada.
En esta ocasión tenemos el mal, personificado o no, antropomorfo y no, haciéndonos caer en una espiral que tiene que ver más con el suspenso que con el terror –como el anterior trabajo de Flanagan –y que, en ello mismo, radica su punto más favorable.
Esto, unido a una forma de narración algo compleja, sobre todo por la visión técnica psicológica e investigativa que cimienta gran parte de la introducción y desarrollo de la película. La forma de ser contada desde aproximadamente la mitad, es sencillamente inteligente, novedosa y certera. Nos perdemos a veces, no entendemos, pasa, no pasa. Es parte de la entretención y del misterio.
En Oculus no escuchamos puertas sin aceitar que lentamente se abren, ni pasan frente a la cámara “formas” a cada rato, pero las veces que el terror se hace presente, se pueden llevar más de un susto. Las actuaciones son correctas, sin sorprender, y responden a lo que se va mostrando dando fluidez al relato en casi toda la película.
Como indicaba, su recurso no es el del terror porque sí, el griterío ni la sangre en toneles. Acá logramos ver una historia más craneada, con diálogos en algunas partes complicados y profusos, por lo que también deben llegar despejados y con los ojos bien abiertos.
La historia avanza entre toques finos de terror, el suspenso creciente y la investigación llevada a cabo a priori por uno de los personajes, todo llevado a un desenlace donde, como es la tónica en la película entera, lo importante es el mal como tal, y no la forma o la cantidad de muertes. En Oculus, el mal es omnipresente, y he ahí la gracia de la película, que se salva de la guillotina con nota positiva, sin descollar demasiado, pero dando un respiro entre tanto terror barato.
Director: Mike Flanagan |