SINOPSIS: Ally es una maestra en el arte del engaño. Cada vez que llega a un nuevo colegio, esconde su incapacidad de leer creando inteligentes pero extrañas distracciones a su alrededor. Tiene miedo de pedir ayuda. Y, además, ¿es que alguien puede curar la estupidez? Pero su nuevo profesor ha visto el brillo y la creatividad ocultas tras su aire problemático. Con su ayuda, Ally aprenderá que la dislexia no es algo de lo que avergonzarse, mientras se abre ante ella un mundo lleno de posibilidades.
Porque cada uno de nosotros llevamos un océano dentro, y las grandes mentes no suelen pensar como lo hacen los demás.
Como ya les he contado más de alguna vez, los libros de Nube de tinta suelen tener como público objetivo a niños que están pasando a la etapa de la adolescencia, es por eso que en su mayoría sus protagonistas son niños de 10 a 12 años, como es el caso de Ally. Pero Ally no es cualquier protagonista, sus cambios de escuela y su tendencia a los problemas esconden algo más, de lo que no se han podido dar cuenta sus profesores, tiene dislexia.
La narración es en primera persona, haciendo que sea Ally quien nos cuente su historia y, a la vez, que nos sumerja en su mundo, uno donde la imaginación a veces es más fuerte que la realidad; lo que, a su vez, explica un poco lo que parece irreal en la misma historia, como que nadie se haya dado cuenta que era dislexica hasta llegar a sexto grado, aún cuando su curso no pareciera tener muchos chicos y sus profesores no parecieran ser para nada tontos.
La historia no carece de clichés, empezando por los amigos de Ally, los que son bastante peculiares por si mismos, pasando por el profesor buena onda –y héroe absoluto de Ally– hasta llegar a los “otros” compañeros que en muchos casos son bastante crueles y dados al matonaje. Pero aun así, un lector adulto lo puede pasar por alto, principalmente porque sus personajes son demasiado entrañables como para definirlos por su arquetipo, y los lectores juveniles también podrán relacionarlos, aunque sea parcialmente, con alguno de sus conocidos y amigos.
De todas maneras el mensaje a entregar es claro y preciso, inclusive se encuentra muy destacado en el título y la cita misma en la contraportada: “Todos somos genios. Pero si juzgas a un pez por su habilidad para trepar a los árboles, pasará toda su vida sintiéndose un estúpido” Albert Einstein, dislexico.
Y más que eso, el mensaje llega porque el libro logra emocionarte y transmitir todos los momentos de angustia y alegrias como si fueran propios, como si hubieramos acompañado a Ally durante todo el camino.
|
Autor: Lynda Mullaly Hunt |
