[Review de libro] El metal perdido: el esperado cierre de la segunda era de Mistborn

Finalmente, con la llegada de El metal perdido se cerró la segunda era de la saga de Nacidos de la Bruma que inició con El imperio final. Esta entrega no solo marcó el final de las aventuras de Wax, Wayne, Steris y Marasi, sino que también el fin de Scadrial como lo conocíamos hasta la fecha. Además, este libro nos acercará más al Cosmere y a El Archivo de las Tormentas.

Han pasado seis años desde los eventos ocurridos en Brazales de duelo, aunque todo está tranquilo en Elendel, Wax y su equipo saben que el Set sigue activo. Por eso cuando empiezan a notar personas con poderes como nacidos de la bruma y experimentos con metales, saben que el peligro regresó.

“―Yo creo que vivimos historias todos los días ―respondió Hoid―. Historias que recordaremos, y que contaremos, y a las que daremos forma como a la arcilla para transformarlas en lo que necesitemos que sean.”

Algo interesante de este libro es que su estructura fue algo extraña, las primeras 100 páginas se sintieron como un recordatorio de los personajes y sus personalidades. Luego, desde la mitad del libro comenzó el climax del libro y fue un no parar hasta las últimas páginas. Si bien fue un libro divertido y hasta con momentos emotivos, se sintió extraña la segunda mitad, como si no hubiese un respiro y fuera escena de acción, tras escena de acción, tras escena de acción. No fue un libro desordenado, pues en general la segunda era funcionó con un estilo más de detectives debido a los trabajos de Wax y Marasi, sin embargo, sí que provocó que no tuviera una estructura tan atractiva.

La historia siguió a los cuatro protagonistas, aunque sí que se les dio más espacio a Wayne y Steris del que tenían antes. De hecho, Steris tuvo su propio hilo y evolución personal que resultó bastante interesante sin nada que ver con Wax. Por otro lado, claramente el protagonista de este libro fue Wayne ya desde el prólogo, pudimos conocerlo más, su forma de pensar y de ver el mundo con su tono tan característico. Una de las cosas que más nos gustó fue leer su perspectiva y también acompañarlo en el viaje de aprender a verse a sí mismo como un héroe.

“La gente es elástica ―pensó Wax―. Podemos cambiar de forma una y otra vez. Y si luego no somos del todo lo mismo de antes, en fin, eso es bueno. Significa que somos capaces de madurar”.

Quizá el camino de Wax y Marasi fue el más estándar, estuvo bien, pero ninguno resultó especialmente interesante. Wax era el clásico héroe de fantasía o de novelas de detectives; correcto, inteligente y valiente. Su viaje en este libro fue intentar descubrir si quería ser el noble que se casó con Steris o el nacidoble. Eso sí, algo que nos gustó mucho fue el cómo se complementaba con Steris, ambos eran una pareja adorable y divertida. Por otro lado, por el hilo de Marasi fue donde más nos acercamos al Cosmere y a todo lo relacionado a la investidura. Fue interesante ese aspecto, aunque Marasi no fuera un personaje especialmente interesante para acompañar.

Si quieren leer el Cosmere en orden suelen recomendar no leer este libro antes de El Archivo de las Tormentas. Sin haber empezado esa saga, la verdad es que el libro es autoexplicativo por su cuenta. Sí que tuvo personajes de Roshar y de Sangre Espectral, además de varias menciones y ejemplos de la investidura que puede sorprenderlos o sentirse algo perdidos. Fuera de eso, no sentimos que estén obligados a leer la obra maestra de Sanderson antes si lo que quieren hacer es cerrar la segunda era de Nacidos de la bruma.

“Las buenas intenciones debían acompañarse de una visión realista de los efectos de todo cambio, porque de verdad que era demasiado fácil empeorar las cosas al intentar mejorarlas”.

Finalmente, El metal perdido es un buen cierre para la segunda era y, a la vez, una presentación más clara del Cosmere para quienes todavía no parten con el archivo. Una historia llena de acción, en la que los personajes de Wayne y Steris se lucen por sus personalidades y formas de relacionarse con otros. Si bien no fue la trama más interesante de la saga, sí que sirvió para conectar con el Archivo de las Tormentas.

Brandon Sanderson (Estados Unidos, 1975)-. Es el gran autor de la fantasía del siglo XXI y el escritor más prolífico del mundo. Desde que debutara en 2006 con su novela Elantris, ha deslumbrado a lectores en treinta lenguas con el Cosmere, el fascinante universo de magia que comparten la mayoría de sus obras. Sanderson es autor de la brillante saga Nacidos de la Bruma (Mistborn), formada por El Imperio Final, El Pozo de la Ascensión, El Héroe de las Eras, Aleación de ley, Sombras de identidad, Brazales de Duelo y El metal perdido. Tras El aliento de los dioses, una obra de fantasía épica en un único volumen en la línea de Elantris, inició con El camino de los reyes una magna y descomunal decalogía, El Archivo de las Tormentas, que continuó con Palabras radiantes, Juramentada y El Ritmo de la Guerra (además de la novela corta Esquirla del Amanecer). Con la serie Escuadrón (Escuadrón, Estelar, Citónica y Escuadrón Cielo), Sanderson se acerca, también, a los lectores de la ciencia ficción. Con un plan de publicación de más de veinte futuras obras (que contempla la interconexión de todas ellas), el Cosmere se convertirá en el universo más extenso e impresionante jamás escrito en el ámbito de la fantasía. Con las cuatro novelas secretas que escribió durante la pandemia del COVID-19, Sanderson ha protagonizado la mayor campaña de micromecenazgo de la historia.