SINOPSIS: Lucy y Gabe se conocieron durante su último año en la universidad un día que les cambiaría para siempre. En ese momento decidieron que necesitaban hallar un sentido para su vida, aprovecharla, dejar huella. Jóvenes y enamorados, parecían tener el mundo a sus pies. No esperaban que fueran sus propios sueños los que los separaran. Pero Gabe aceptó ir a trabajar como fotógrafo de prensa a Oriente Próximo y Lucy decidió continuar su carrera en Nueva York. Así comienzan trece años de anhelos, deseos, celos, traiciones y, sobre todo, amor. Separados por continentes, pero nunca lejos del corazón. ¿Era realmente su destino acabar juntos su viaje?
La luz que perdimos no es un libro fácil de procesar. Tiene esa mezcla constante entre añoranza y romance, el punto justo de alegrías y algunos aires de tragedias. Podemos ver desde el principio que la historia comienza en el día más famoso de Estados Unidos, un día que cambió el curso de la historia y, claramente, también el de nuestros protagonistas.
Con capítulos cortos vamos viviendo todo a través de los ojos de Lucy, una mujer que no tiene tan claro su camino pero que sabe que tiene un sueño, esos que son tan importantes para Gabe. Podemos ver cómo se desarrolla no tan solo su relación, sino que toda su vida, esa que los lleva a estar en la situación que podemos o no imaginar en el final.
El libro nos presenta situaciones en las que podríamos estar o no de acuerdo, todas las decisiones que los llevaron a estar en aquel punto final que desconocemos, pero lo hace con la sutileza de una biografía, de las cosas que fueron cambiando. Una historia que más parece una carta hacia la vida que llevó a Lucy a regresar a Gabe, una lista de decisiones que toman ambos, que son las que le dan giros imprevistos a la historia.
En La luz que perdimos nos podemos encontrar con un libro romántico que está teñido de añoranza de principio a fin. Un principio que te dejará ligeramente perplejo y una vida que esta llena de vaivenes, pero que nunca deja de buscar la felicidad.
Autor: Jill Santopolo |