SINOPSIS: El 28 de julio de 1914 Alfie Summerfield cumplía cinco años. Ese mismo día estallaba la Primera Guerra Mundial.
Han pasado cuatro años, y Alfie conoce todos los sinsabores de esta guerra interminable: vecinos que desaparecen, la tristeza y el cansancio reflejados en el rostro de su madre, los periódicos dando cuenta diaria de los fallecidos en la contienda…; pero, sobre todo, la angustia, la terrible angustia por no tener noticias de su padre. Al principio, llegaban animadas cartas desde el frente que, con el tiempo, fueron volviéndose inquietantemente sombrías y torturadas. Desde hace un años y medio, ni una sola línea.
Por eso el día que Alfie descubra de una forma absolutamente casual dónde está su padre, decidirá ir a buscarlo, cueste lo que cueste…
No es primera vez que John Boyle escribe sobre un niño y sus impresiones sobre la guerra, y tal vez esta sea la manera más real que tengamos de conocerla desde nuestra época. No es poco lo que sabemos sobre los ejércitos y la historia, sin embargo, eso no es la totalidad de las consecuencias, porque la guerra tocó a todos, de una forma u otra.
En esta historia, contada con la sencillez del relato de un niño, podemos ver lo que la gente pasaba en la vida normal, o todo lo normal que podía ser la vida cuando tu país está en guerra. No es como que Alfie supiera absolutamente todo lo que estaba sucediendo, pero él, con la visión tan parcializada de la historia, logra hacernos sentir parte de ella y anhelar lo que él mismo desea.
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A 100 años de la Primera Guerra Mundial (WWI) y como un sentido aniversario, tanto de la guerra como del cumpleaños de Alfie, este libro se vislumbra como una buena lectura introductoria, para conocer más sobre esta guerra. No les servirá para una prueba de ciencias sociales, pero definitivamente despertará su interés en un evento que es fundamental en la historia mundial.
Con una prosa prolija y un relato dinámico Quédense en la trinchera y luego corran nos hace recrear la vida hace 100 años atrás, donde las cosas eran más sencillas y las relaciones personales son fundamentales.
Un buen libro que, a pesar de ser corto, logrará llenarlos de sentimientos. Si bien no es tan emotivo como El niño en el pijama a rayas, tiene sus dosis de alegría, tristezas, y más que nada, esperanza. Pueden encontrarlo en librerías desde el mes pasado, gracias a la editorial Penguin Random House.
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Autor: John Boyne |
