[Review de libro] Una tormenta de cenizas: una secuela que parece contar una historia distinta a su primera entrega

Una tormenta de cenizas, la segunda parte y final de Una tormenta de fuego, el primer acercamiento de Paula Gallego a la distopia juvenil ya está en Chile gracias a Editorial Zig-Zag. Esta secuela es continuación directa de su primera entrega, así que hablaremos con spoilers de aquella, pero no de la que estamos reseñando.

Astrid, Kenneth y Elliot fueron hechos prisioneros y llevados a Pantano del Caimán, una ciudad en la que la esclavitud es aceptada y serán vendidos al mejor postor. Al mismo tiempo, Fergie, el hermano de Elliot, hará todo lo posible para rescatarlos con la ayuda de un espía en la ciudad.

La novela mantiene la pluma ligera de su primera entrega, pero aumenta la cantidad de puntos de vista, pues en este libro tendremos a seis personajes distintos narrando, incluyendo a los tres del anterior. Si bien hay una adición que tiene sentido, pues permite que sepamos lo que sucede afuera, la verdad es que varios puntos de vista daban la sensación de sobrar pues no aportaban algo nuevo a la narración y solo servían para demorar la sensación de progreso del libro.

Quizá el punto más en contra que tenga la novela es que durante casi el 90% de ella la trama se centra en escapar de Pantano del Caimán y solo al final recuerda todo el tema de la vacuna contra el Suspiro negro, lo que básicamente es la trama del primer libro. De hecho, en esta entrega casi ni se menciona la enfermedad que es el origen de toda la historia. Se siente como un libro por completo distinto, que si bien la historia de los esclavistas es interesante, parece no pegar mucho con la anterior.

A eso se suma que todas las resoluciones a los problemas se dieron en pocas páginas, los protagonistas pasaron todo el libro haciendo planes y planes, para que estos terminaran ejecutados en un par de capítulos y casi sin contratiempos, o si los hubo, se solucionaban por pura suerte. Lo anterior se contradice con el tono crudo y cruel de la ambientación, porque si bien los personajes recibieron heridas, salvo un caso, no fueron una mayor complicación ni una verdadera consecuencia de sus errores o actos. A lo que se sumó que mucho de lo que lograron hacer fue por favores o ayudas de quien era el villano de esta entrega, y estos favores solo tenían la justificación de que Elliot era médico y su dueño quería tenerlo feliz.

El único personaje que sufrió un verdadero trauma bien tratado en la historia es Kenneth, curiosamente es uno de los pocos personajes que no tomó decisiones erróneas o hizo alguna imprudencia, a diferencia de Astrid o Elliot, pero estos jamás pagaron las consecuencias de sus actos. El trauma de Kenneth es tratado con sutileza y no cae en el morbo, además, él reacciona de una forma que se siente muy acorde a su personaje, quizá acelerado para el final, pero dentro de todo se llevó a cabo bien.

Aunque todos los planes y la acción está condensada al final, la pluma de la autora es ágil y hace que las páginas se pasen volando. Por lo que a pesar del largo, es una historia que no se siente pesada y al no tener largas descripciones es bastante rápida de leer.

Una tormenta de cenizas es la segunda parte de la bilogía que comenzó con Una tormenta de fuego en la que se presenta un mundo arrasado por la enfermedad en el que la humanidad busca nuevas formas de seguir adelante, pero también nuevas formas de someter a los demás.

“A lo mejor la amistad de verdad es así. Quizá el amor por los demás sea precisamente reír una broma cuando no deberías tener fuerzas para hacerlo. Tal vez ese amor sea esperanza, y fuerza, y aliento que te empuja adelante cuando crees que no puedes más”

Paula Gallego (España, 1995)-. Graduada en Lengua y Literatura Españolas, además de tener el grado en Magisterio Infantil con especialidad de Educación Especial, Gallego se dedica a la escritura y ofrece servicios como revisora de manuscritos. También es una gran aficionada del dibujo y ha hecho uso de sus dibujos para ilustrar algunos de sus relatos publicados. A los 17 años su obra Cristal, la guerrera esmeralda quedó finalista del Premio Ateneo de Novela Joven de Sevilla. A partir de la publicación de su primera novela, vieron la luz muchos otros títulos de corte juvenil, además de aparecer sus relatos en varias antologías.