SINOPSIS: Noah y su hermana melliza, Jude, son inseparables. El solitario Noah dibuja sin parar, y se enamoró en secreto de su enigmático vecino. La atrevida Jude salta desde altísimos acantilados, tiene los labios rojos y muchos amigos.
Pero tres años más tarde, los hermanos ya no se hablan. Algo sucedió entre ellos. Algo pasó y cada uno reaccionó de forma diferente… hasta que Jude conoce a un chico lindo, frágil y arrogante… y a alguien más, una nueva fuerza en su vida todavía más impredecible. Estas dos personas están ligadas a su pasado de manera inevitable.
Los primeros años de esta historia los cuenta Noah; los últimos, Jude. Lo que ninguno comprende es que solo conocen la mitad de la historia y que, si pudieran compartirla, tendrían una oportunidad real de regalarse el mundo que perdieron. Y volver a empezar.
Hay momentos en la vida en que las emociones son todo.
En la adolescencia el principal conflicto de los seres humanos es quién eres y qué sientes. Tu cuerpo cambia, tu mundo cambia, tu mente cambia y todo esto nos va formando en alguien diferente a quién éramos antes. Todo pasa de forma vertiginosa, llegando al punto en que ni nosotros mismos nos reconocemos. Y finalmente llega la calma… o eso es lo que pensamos.
Este libro nos va mostrando el principio y el final de una historia, y cómo convergen, desde dos puntos de vista similares pero opuestos y complementarios, como solo los gemelos pueden serlo. No sabemos qué pasó, solo entendemos retazos de vida, emociones en todos los sentidos que nos va contando esa vida – o más bien esas dos vidas –, a veces alegre, a veces triste, pero siempre con mucho que sentir, o más bien, que vivir.
Noah y Jude son dos caras de una moneda y van develando sus secretos – y los no tanto – de una forma (muy) poco convencional. Una historia que se ve envuelta por la imaginación desbordante y la forma particular de ver la vida de estos dos personajes, que solo logra hacerlos más atractivos de leer y de encariñarse con ellos.
Te daría el mundo es un libro adolescente en todos sus sentidos, pero no por eso es excluyente. La forma en que está narrado logra llegar a los sentidos más que a la misma mente para contar una historia, algo que no se ve muy seguido en un mundo que prioriza la inteligencia educacional ante la emocional. Y tal vez por esa razón es que es necesario que todos lo lean y logren experimentar este tipo de relato: intrigante tanto por su fondo como por su forma.
De esos libros que tienes que sentir, porque no hay otra forma de entenderlos. Un libro que llega a tu alma, no solo por lo que expresan sino por lo que te hacen vivir.
Autora: Jandy Nelson |