SINOPSIS: Año 1977. Dos agentes del FBI (Jonathan Groff y Holt McCallany) revolucionan las técnicas de investigación para encontrar las respuestas a cómo atrapar a asesinos en serie y mentes psicópatas.
A mediados de octubre se estrenó en la plataforma online Netflix la serie (hasta el momento solo con una temporada) “Mindhunter”. Basada en el libro “Mind Hunter: Inside The FBI’s Serial Crime Unit” del exagente de sus filas John Douglas.
El argumento de la serie gira en torno a la creación original de la Unidad de Ciencias del Comportamiento del FBI. Porque en plenos años 70 (donde se desarrolla la serie) el trabajo de los agentes federales estaba más centrado en los ataques tácticos que en la investigación en profundidad.
Hay varios puntos a considerar para dar el veredicto sobre una temporada inicial –esperando que hayan más –y su éxito o fracaso.
La dirección de los primeros y últimos dos capítulos –son solo diez en total –está a cargo de David Fincher (“Fight club”, “Perdida”, Seven”) y es perfecto para la onda oscura de la trama. Personajes sórdidos, con segunda vida, tétricamente organizados, como lo son los asesinos en serie.
Y su contraparte con dramas personajes y laborales, constantemente contra la corriente, y un triángulo de actores que nivelan con perfección el desarrollo de “Mindhunter”: Jonathan Groff como el agente Ford, Holt McCallany como el agente Tench y Anna Torv como la doctora Carr.
La fotografía está muy bien trabajada, unida a un montaje preciso y una musicalización que ambienta aún más los estados de la historia y sus escenas, subiendo y bajando el nivel de tensión y drama en cada capítulo.
Tal vez el único reparo que yo le encuentro a la serie es que al final el fin del argumento –el estudio de los asesinos – se pierda un poco, pero es mi apreciación personal. Porque fuera de eso, “Mindhunter” es una serie que, con solo diez episodios, ya se perfila como de lo mejor que ha salido en el último tiempo, y mejor si es basada en hechos reales, aunque a veces cueste –o no quieras –creerlo.
