No es una sorpresa que me gusten las películas de Baile, mezcla de gustos por el Break Dance y traumas por nunca haber aprendido a bailarlo, pero eso es cuento de otro costal.
Netflix, nuestra plataforma favorita de películas nos trae esta potente historia que gira en torno al Hip Hop y a la danza clásica, con un trasfondo mayor, diferencias socio-económicas y amor.
Repite algunos patrones de películas clasicas como Step Up, pero que en general sabe manejar de forma correcta, sin verse como una vil copia.
La música escandinava es sorprendente, tiene fuerza, tiene enganche, es de esas que buscas en tu reproductor favorito y lo escuchas completo más de una vez.
La escenografía es simple, algunas calles, casas, etc, pero cuenta con tomas aéreas y extensas del lugar (Está ambientada en Noruega) que complementan de forma perfecta a la historia.
Hablando de los personajes, Amelie (Lisa Teige) y Mikael (Fabian Svegaard Tapia) dan vida a esta entretenida historia romántica. Sabén complementarse muy bien, no se notan jamas en situaciones forzadas, mantienen muy bien la tensión y hacen que realmente funcione la relación y la historia entera. Un gran peso, puesto que el resto de personajes secundarios no son gran aporte.
Lo destacable, es que los protagonistas son expertos bailarines, eso le da un plus a una película donde su motivo principal es la Danza.
En resumen, es una película que no pasará al olvido tan rápido, que gusta, mantiene en suspenso el conocer cual será el final de la trama, y que, con algunos clichés repetitivos en otras pelis de su misma especie, sabe destacar y sobresalir contando una historia única, que sabe trasmitir emociones al ritmo de buena música.